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Un finde en la nieve

Y llegó el día!!! Es viernes y ya no queda nada para vernos tod@s y empezar el viaje hacia las montañas. Hay excitación como siempre que ocurre cuando algo guay se ha planeado con varias semanas de antelación y por fin aquello que todavía se veía lejos en el futuro, llega.


Y es que nos hemos reunido muchos amig@s, un total de 9 que compartimos por un lado amor por la montaña por el otro amor por el deporte y que como es invierno queremos ver la nieve, jugar con ella y pasarlo genial.


Yo estoy estrenando titulación como guía de montaña recientemente adquirida el año pasado en el que tuvimos que pasar 3 semanas haciendo practicas en nieve, me siento con muchas ganas de guiar a los amigos en este terreno, de ver si lo aprendido realmente servía para algo.


Ellos no lo saben pero están haciendo de conejillos de indias, jijiji :-)



Y se me ocurre hacer una doble actividad, por un lado uno de los días probaremos el esquí de fondo, por otro en caso de que la gente quiera cambiar nos iríamos a hacer raquetas, lo propongo y como no Bea, Iñi, Kike y Lib son los primeros en apuntarse, siempre dispuestos y positivos para enrolarse en cualquier aventura que tenga ingredientes deportivos, fiesta y alegría.


Unos días más tarde, casualmente Lib empezara a trabajar los fines de semana por lo que al final no podrá venir.


Otros amig@s como Gorka, Ioseba o Tamara se quedan fuera, este plan no es para ellos pero ya somos 5, Raquel también confirma que viene y con alegría e ilusión voy comentando ya desde diciembre a otros amig@s lo que vamos a hacer, y entonces de repente la casualidad hace aparecer esas personas que están ahí deseosas de hacer algo parecido y que no se lo piensan 2 veces antes de enrolarse: Iñako, Spidi, Juanillo y otro más Borja, al que no conocíamos. Al final seremos un grupo de 9...que emoción.


Y llega el día, todo organizado, Raquel ha mandado una lista detallada con lo que hay que llevar, Bea ha ido de compras y tiene todo lo necesario, somos 9 de los cuales 6 no tienen ni idea de esquí. No sabemos que vamos a encontrar, el parte meteorológico es bueno pero el de nieve desolador, no ha nevado en 15 días y la temperatura media en donosti ha sido de 15ºC, no hay casi nieve hasta los 2000 mtrs de altura.



Separados en 2 furgos, 5 en la Gontxu-reichineta y 4 en la Bea-iñineta nos dirigimos hacia Uztarroz un pueblecito en el pirineo Navarro donde el nuevo refugio del club vasco de camping nos esta esperando. Cual es nuestra sorpresa al llegar y ver que aquello es un lujazo, todo esta nuevo, hace calorcito y estar allí es un gusto, además estamos solos porque la falta de nieve ha hecho que se suspendiera la competición de esqui de fondo del club para la cual se había reservado el resto del refugio...ya lo decía mi abuela...no hay mal que por bien no venga...:-)


Entre ronquidos, ruidos de la puerta abriéndose para ir al baño y demás pasa la primera noche y nos levantamos ilusionados, en una hora estamos listos y mientras esperamos unos cuantos a que lleguen los demás a Juanillo descubre unas herraduras en le fondo del río, quiere una así que nos lanzamos a la pesca y recuperamos 3, buen comienzo, una herradura dicen que da suerte, pues imagínate 3


Pero al llegar a Arette donde tenía pensado hacer la actividad nos dicen que la pista esta cerrada, no ponía eso en internet, pero nos dan la buena noticia de que un trocito de Belagua todavía se mantiene en pie, se trata de la parte de la Contienda, un recoveco que queda a la sombra del pico Arlas, se trata de 5 km de nieve helada donde 2 de ellos son una pista negra con una bajada que parece una montaña rusa. No son las condiciones ideales para aprender pero es lo que tenemos.


Todo fluye, en una hora nos plantamos en la pista, por el camino hemos recogido a Naroa y Sara, 2 amigas de Donosti, que como salidas de la nada han aparecido en la oficina de turismo de Arette, su intención era hacer raquetas pero al ver que no hay nieve se han apuntado con nosotros.


Una vez en pista, los chicos vuelan, Juan, Borja, Iñaki, SpidiGon y Kike parece como si hubieran esquiado desde siempre, andan bien, bajan bien, suben bien, increíble, Bea se queda enganchada pero Iñi, siempre a su lado, se queda con ella para enseñarle, que sorpresa verles unas horas más tarde y comprobar que Bea había progresado un montón.




Raquel y yo vamos bien también pero de las 2 nuevas incorporaciones resulta que una de ellas se descuelga es Sara que no se ha puesto los esquís en su vida y que se queda atrás, Naroa va mejor, se ofrece a esperarle y nosotros a esperarle a ella, y de repente allí a lo lejos aparece Sara, de manera "ortopédica" va avanzando, se cae, se levanta, resbala, avanza, me emociona ver las ganas y el valor que le pone, esta determinada a aprender cueste lo que cueste y cada vez que se cae no duda ni un minuto en volver a levantarse sin quejarse, me quedo maravillado, parece como si aquello fuera un sueño para ella y supiese que lo va a conseguir si o si.




Y así fue Sara aprendió, esquió y lo paso de lujo, los chicos hicieron bajadas increíbles y no pararon de dar vueltas al circuito mientras que Iñi, Bea, Raquel y yo aburridos del circuito decidimos ir a pasear y subir al collado del Arlas que se veía imponente encima de las pistas, yo estaba deseando hacerlo con los esquís ya que el free style me va mas, jejeje y no dude ni un minuto cuando Iñi, Bea y Raquel dijeron que querían pasear. Iñi y Bea en Raquetas, Reich con sus botones y yo en esquis.




Lo goce como un niño, subi disparado para arriba como si hubiera un muelle propulsandome y desde allí una impresionante bajada apareció ante mis ojos al tratarse de un largo valle hasta el bar, me di cuenta que ladeando hasta allí la perdida del desnivel era muy progresiva y esto me permitiría ir con los esquís de fondo hasta el final.


Lo pasamos de lujo metidos en aquel terreno kárstico lleno de pino negro, un paisaje precioso y único en pirineos, el macizo de Larra, que cuenta con uno de los sistemas de cuevas más largos del mundo.


Llegando ya casi a pistas tuvimos un pequeño susto, la bajada al camino se complicó, se hizo vertical, las raquetas se resbalaban, unos crampones hubieran ayudado pero no teníamos, yo caí resbalando con los esquís hasta abajo, eran 20 metros sin peligro, pare solo.


Iñigo también se lanzo para abajo sin dudarlo y resbalo parando enseguida y sin peligro, Raquel se puso a ayudar a Bea que no lo veía claro, decidieron su ruta y poco a poco avanzaron, yo también subi a echar una mano y todo iba muy bien hasta que intentando tirar para abajo una de las raquetas de Bea me resbale, Iñi que se había colocado justo delante mio algo más abajo vio repentinamente abalanzarse sobre el 75 kg que iban cogiendo velocidad con unas suelas duras de plástico, las de las botas de esquí, apuntado hacia sus espinillas.


Todavía nos preguntamos como...en segundos tomo la decision de saltar, abrir las piernas como si de Michael Jordan dando un mate se tratara y dejar que yo pasara por debajo. Yo viví aquello con horror, pude ver a ráfagas lo que pasaba y mi cerebro interpreto a su manera los hechos, al verle saltar pense que sus raquetas se clavarían en mi cuerpo, quizás en mi cara, me encogí para recibir el impacto y como por arte de magia de repente me vi pasando por debajo de él, intacto, y parando 15 metros más abajo, quizás si lo hubiéramos ensayado no habría salido tan bien, quizás la adrenalina ayudo a Iñi a realizar tal proeza acrobática, que bien cuando todo acaba bien.


Aquella noche todo fueron risas en el refu, yo intente una ultima actividad, dar la vuelta al pueblo, nadie me tomo en serio, yo estaba que me dormía, solo había energía para unas risas más, limpiarse los dientes y dormir.



A la mañana siguiente en vista de la poca nieve que había decidimos no volver a esquiar. Queríamos probar nuestras fuerzas, medirnos cara a cara con una de esas preciosas montañas previas al macizo de Larra, queríamos hacer 1000 metros de desnivel en el pirineo entre rocas, nieve y campas, algo sencillo pero a la vez pirenaico y yo sabía que entre Zuriza y Linza aquellas condiciones se daban por doquier.


Sabía de la existencia de unos montes con curvas suaves y prolongadas: el Chipeta, el Chinebral de Gamueta o el Quimboa eran algunos ejemplos. De estos 3, el último todavía no lo había subido así que decidimos ir allí. Antes de empezar paramos en Zuriza para alquilar unas raquetas por si acaso pero el mismo dependiente nos animo a ir sin ellas dada la escasez de nieve por lo que así lo hicimos.



En el camino a Linza tuvimos un susto con los coches, parecido al que ya tuviera varios años atrás yendo por la misma carretera con el C4 cuando el coche en un repecho se quedo cruzado y solo poniendo fundas a las ruedas pude sacarlo. Esta vez el hielo acumulado durante la noche en uno de los zigzageos sombríos provoco que nuestras furgos resbalaran, primero de un lado y tras el contra-volantazo luego del otro, por fortuna todo se quedo en un susto y la cantidad de hielo no fue suficiente para echarnos por la cuneta ladera abajo.


Nos asustamos, y aprendimos la lección, para futuras excursiones, el blanco elemento en la carretera es de tomar con mucho respeto y precaución, conviene ir muy, muy despacio.


Una vez en marcha todo fluía adecuadamente, solo nuestro Kike daba muestras de cansancio y algo de negatividad con malos agüeros de accidentes y retiradas imprevistas, quizás su cabeza le estaba jugando malas pasadas ante el desconocimiento del medio, para él, era la primera vez en una montaña salvaje, sin gente, sin caminos, andando en pura libertad.



Ya en los altos Kike se empezó a descolgar, estaba en baja forma y quizás tampoco su cabeza ayudaba pero algo asombroso ocurrió, todo el grupo se unió, espero y poquito a poquito, sin que hubiera protagonismos, individualismos, fuimos llegando a la cumbre y lo hicimos todos juntos, sintiéndonos uno.







Arriba, Iñigo quiso bajar por las piedras pero incluso para eso veníamos preparados, él no llevaba calzado adecuado para nieve y ahí aparecieron las raquetas que Raquel y yo porteábamos desde abajo, una para Iñi y la otra para Bea, todos bajamos de lujo e incluso hicimos el primer campeonato de culotxirristra del Quimboa alto en el que Iñako, Juanillo, Borja y yo demostramos nuestra habilidades tirándonos ladera abajo sobre los goretex.



Ya solo faltaba encontrar un buen sitio para reponer fuerzas, comer y bajar hasta abajo, tras la comida Kike parecía mucho más activo, ya recuperado, se dejo caer txirristreando en una de las laderas, senti como sacaba el niño que había dentro de él, dejando dudas y temores de lado. Ya era un mendizale más, todos lo eramos, nos habíamos convertido en pirineistas.





Al llegar abajo contentos felices, cansados, todos fuimos a por nuestros premios, un coche salio hacia el bar a por las merecidas cañas, otro se quedo para disfrutar de 5 minutos de baño de agua helada relajante, refrescante, revitalizante.



Un broche fantástico para una gran aventura en grupo y es que ya lo dice el refrán si quieres ir rápido ve solo, si quieres llegar lejos ve en grupo!!!!


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